Un joven administrador de proyectos por fin logra independizarse de su antiguo empleo en una empresa y decide abrir su propia compañía experta en consultoría.
Consiguió rentar una bonita oficina en un reconocido edificio y decoró el lugar para que luciera muy elegante. En su primera semana, sin nada que hacer estaba sentado en su gran escritorio cuando por la puerta de cristal vio que se aproximaba un hombre. Lo hizo entrar y le solicitó que esperara.
Para hacerse el muy importante, el project manager decidió levantar el auricular del teléfono y comenzó a fingir que sostenía una importantísima llamada de negocios con ejecutivos japoneses.
Hablando en tono muy alto, en diferentes idiomas, utilizando un lenguaje muy técnico y tras 20 minutos de conversación el project manager finalmente colgó el teléfono y atendió al hombre diciéndole:
¡Disculpe, es que últimamente me la paso en llamadas internacionales muy importantes, incluso en cinco minutos tengo que llamar a otro importante ejecutivo, así que por favor dígame rápido en qué puedo ayudarle!
A lo que el hombre le respondió:
Solamente vengo a activarle sus líneas telefónicas.
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