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Importancia de riesgos: El caso del derrame de petróleo en el Golfo de México El mundo entero tiene la vista en las consecuencias del manejo de riesgos por parte de British Petroleum (BP) para su proyecto de perforación en el yacimiento de Macondo, en aguas profundas (más bien "ultraprofundas") frente a las costas de Luisiana. Se trata de un caso extremo, donde lo que pudiera resultar en minucias o problemas cotidianos para un proyecto pequeño o mediano se han amplificado a niveles catastróficos en cuanto a costo, prestigio y, peor aún, impacto ambiental, con terribles consecuencias para grandes poblaciones tanto humanas como de otras especies de seres vivos. Por ello, sobran las razones para seguir cuidadosamente el caso. Lo que más me llama la atención es que se trataba de un proyecto extraordinariamente visible y crítico, con un enorme grado de complejidad y riesgo. En otras palabras, debió ser un proyecto conducido con gran rigor. (El rigor representa el grado de cuidado y detalle en los estudios y en la documentación, combinado con el grado de granularidad y frecuencia en el seguimiento). Los estudios e investigaciones que se vienen realizando mostrarán si los riesgos operativos fueron sistemáticamente subestimados, tal como sostienen la mayoría de quienes han opinado públicamente sobre el caso, y si el rigor con el que el proyecto fue conducido correspondía realmente a su magnitud y a sus probables impactos. Tanto la página web de la revista británica The Economist como del diario The Guardian, también británico, publican una relación muy completa de la sesión de un comité del Congreso estadounidense, en la que los representantes pasaron por los carbones ardientes al ejecutivo en jefe (CEO) de BP, Anthony Hayward. Los congresistas tuvieron acceso a más de 30,000 páginas de documentos de BP sobre el proyecto de perforación del pozo y la plataforma Deepwater Horizon (propiedad de la empresa Transocean). Aún cuando tomemos en cuenta (hablando desde la perspectiva del estudio de manejo de proyectos) que muchas de las aseveraciones de los representantes están motivadas por sus puntos de vista y posturas políticas, llama mucho la atención que el diputado Henry Waxman, de California, no encontró en tal montaña de documentación “un sólo correo electrónico o documento que mostrara que [BP] prestara la mínima atención a los peligros de este pozo”. Un correo electrónico de uno de los técnicos de BP (leído por la congresista Diana De Gette) dice, respecto de preocupaciones en torno al diseño del pozo, y particularmente relativas a la cantidad de elementos para centrar la perforación y la cimentación: "¿A quién le importa? De cualquier manera, ya está hecho, end of story [no más sobre este asunto]. Probablemente todo salga bien." En otras palabras, los gerentes del proyecto parecen haber estado operando en modo de rutina. Cada día salen a la luz mayores indicios de que el tipo de cabezal (BOP, o Blowout preventer, que es el complejo que contiene las válvulas de seguridad que deberían haber prevenido el derrame, y que fue fabricada por la empresa estadounidense Haliburton) fue seleccionado por motivos de ahorro en los costos, y no en consideración a las enormes presiones y riesgos que implica la perforación en aguas de más de de 1,500 metros de profundidad. El CEO de BP afirmó ante el comité de congresistas que la probabilidad de falla de este tipo de BOP se consideraba que era de uno en cien mil, a uno en un millón; pero creo que ninguno de los asistentes a la sesión (ni siquiera el mismo Hayward) creyó que esta estimación correspondiera con la realidad. Notoriamente ausente, tanto por parte de los congresistas estadounidense como del CEO de BP, es un plan de contingencia en caso de que se repitan fugas de petróleo a consecuencia de perforaciones marinas como la del pozo Ixtoc, en 1979 (otro orgullo de México en cuanto a récords mundiales), y como la de Macondo del presente año. Puesto en términos de manejo de proyectos, el riesgo de derrame no ha sido recordado, como lo marcaría el más elemental estándar. Seguramente las medidas que pudieran haber prevenido el accidente pudieron haber costado millones de dólares; pero aún cuando no se sepa todavía el costo real que tendrán las medidas correctivas y de contingencia, BP ha tenido que apartar un fondo de 20 mil millones de dólares para hacer frente a reclamaciones gubernamentales y ciudadanas por la catástrofe. Por encima de lo anterior, están las irreparables pérdidas ambientales y en vidas humanas. Temas relacionados:
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