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Cambiar los procesos tradicionales Por Pablo Lledó [ Acerca del autor] Las palabras a continuación nos harán reflexionar sobre aquellos procesos tradicionales ineficientes que tenemos impregnados en algunas organizaciones y no nos animamos a cambiar convencidos de que son un mal necesario. ¿Para qué cambiar? A lo largo de los años, las empresas han construido procesos burocráticos para gestionar proyectos que, en algunos casos, ya no son aplicables a los tiempos modernos en que vivimos. Sin embargo, como estos procesos ya están arraigados en la compañía y funcionan “bien”, nadie tiene intención de cambiarlos. Como habrán podido observar, la palabra “bien” apareció entre comillas, ya que estos procesos anticuados podrían ser mejorados a los fines de alcanzar una empresa eficiente y evitar conflictos innecesarios. Ahora bien, ¿por qué nadie se anima a cambiar estos procesos tradicionales por algo mejor? El problema de muchas empresas que no quieren cambiar sus procesos tradicionales para gestionar proyectos de otra forma, muchas veces se justifica en “tradición” o “costumbre”. Algunas compañías no se han preguntado si esos procesos históricos, que pueden haber sido muy útiles en el pasado, siguen siendo válidos en el mundo de hoy. En la década de 1920 Henry Ford revolucionó la era industrial con su línea de ensamblado para la producción masiva en serie. Luego, el sociólogo y economista Frederick Taylor mejoró el esquema productivo de Ford con lo que se denomina la “teoría científica de la administración” que se basaba en departamentos funcionales rígidos. Si bien, estos métodos de producción han sido muy útiles y eficientes, reconociendo que a ciertas compañías les ha permitido llegar a un posicionamiento privilegiado, el mundo globalizado sufrió varios cambios. Uno de ellos fue pasar del poder de la oferta (productores) al poder de la demanda (consumidores). En el mundo de hoy, seguir pensando que lo ideal es implementar procesos de producción masiva para aprovechar economías de escala, podría ser un grave error. La naturaleza de todo ser humano es negarse al cambio pues todo lo nuevo genera incertidumbre, algo absolutamente normal pues obviamente se trata de algo desconocido que requerirá una curva de aprendizaje que obviamente nos sacará de nuestra posición de confort. Pero hay que tomar en cuenta que la palabra proceso conlleva dinamismo y ese movimiento envuelve cambio, el cual debe plantearse de la manera adecuada y tomando en cuenta todas las implicaciones que traerá, para conocer de la mejor manera si la transformación o implantación de un nuevo proceso impactará en buena forma dentro de una organización. Analicemos el caso de las líneas aéreas en Latinoamérica para explicar este concepto Las grandes líneas aéreas latinoamericanas y su visión de crecimiento, se basan en utilizar grandes aeropuertos hub (Panamá, Lima, Costa Rica, San Salvador) y aviones con gran capacidad de pasajeros. De esta forma se logran economías de escala para mantener bajos costos operativos y un bajo margen de marcación en los pasajes. Este es el concepto de éxito que está impregnado en estas aerolíneas y sus estrategias se basan en ello. Ahora bien, ¿alguien se ha preguntado qué opina el pasajero al respecto? Cuando se realizan encuestas de satisfacción, los pasajeros generalmente responden que sus tres necesidades principales son:
Al parecer, las aerolíneas han olvidado, o hacen oídos sordos, a la necesidad del cliente “punto a punto”. Esto significa que varios pasajeros estaríamos dispuestos a pagar más si alguna aerolínea nos ofreciera viajar directamente desde nuestro lugar de origen hasta el destino final. El concepto de grandes hubs y grandes aviones va totalmente en contra de la necesidad punto a punto. En la historia que aparece en el cuadro gris se puede ver uno de los tantos ejemplos de este problema, que surge por seguir implementando y expandiendo un proceso tradicional. Pensar en el cliente ¿No habrá llegado la hora de que las aerolíneas exploten este nicho de mercado de los que estamos dispuestos a pagar más por un punto a punto? Eso sí, para ello habrá que levantar por completo los procesos tradicionales asociados con súper aeropuertos hubs y grandes aviones. El nuevo concepto debería basarse en procesos que impliquen pequeños aeropuertos eficientes, que cuiden la seguridad con el mínimo de controles necesarios, y utilicen pequeños aviones para unir directamente pasajeros entre dos ciudades pequeñas. Tal vez esta idea suena utópica, y muy lejana por el momento, pero si se sigue desarrollando el modelo tradicional, ni siquiera con nuevos combustibles alternativos de bajo costo se podrá alcanzar la necesidad del cliente de punto a punto. Aunque parezca muy difícil, es necesario que estas empresas se planteen un panorama completo de esta situación, basándose en la administración de proyectos la cual nos ha dado grandes lecciones de implantación de cambios favorables, los cuales en un principio pueden ser difíciles de aceptar y adoptar, pero al comenzar a notar los formidables resultados, no cabe duda hacer una retrospectiva y agradecer a las buenas prácticas que la disciplina de project management nos proporciona.
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